Fiebre hemorrágica Crimea-Congo

domingo, 4 de septiembre de 2016
La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC), que ha provocado la muerte de un hombre de 62 años en el hospital Gregorio Marañón de Madrid y un contagio a una enfermera del Hospital Infanta Leonor, es una enfermedad muy extendida causada por un virus (Nairovirus) de la familia Bunyaviridae transmitido por garrapatas duras (Ixodidae), principalmente del género Hyalomma. Este virus causa graves brotes de fiebre hemorrágica viral, con una tasa de letalidad de entre el 10% y el 40%. Su presencia ya fue detectada en España, en Extremadura, en 2011, lo que motivó la elaboración de un informe de riesgo por parte del Ministerio de Sanidad.

La FHCC es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia en los países situados por debajo de los 50 grados de latitud norte, que es el límite geográfico de la garrapata que constituye su vector principal, según la Organización Mundial de la Salud.
El virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo se transmite a las personas ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados durante o inmediatamente después de la matanza. La mayoría de los casos se han dado en personas relacionadas con la industria ganadera, como trabajadores agrícolas, trabajadores de mataderos y veterinarios. Entre los huéspedes del virus de la FHCC figuran una amplia variedad de animales salvajes y domésticos como vacas, ovejas y cabras. Muchas aves son resistentes a la infección, pero los avestruces son vulnerables. En España hay granjas de avestruces.

Puede haber transmisión entre seres humanos en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas. También se producen infecciones nosocomiales como consecuencia de la mala esterilización del equipo médico, la reutilización de agujas y la contaminación de los suministros médicos.
La duración del periodo de incubación depende del modo de contagio del virus. Después de la picadura de garrapata, la fase de incubación es generalmente de uno a tres días, con un máximo de nueve días. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es normalmente de cinco o seis días, con un máximo documentado de 13 días.
Los síntomas de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, mialgia (dolor muscular), mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado) detectable.
Otros signos clínicos posibles son taquicardia (aumento del ritmo cardiaco), adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y erupción petequial (erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas, por ejemplo en la boca y la garganta, y en la piel. Las petequias pueden dar paso a erupciones más grandes llamadas equimosis, así como a otros fenómenos hemorrágicos.
El ser humano es el único huésped en el que se desarrolla la enfermedad. La FHCC afecta fundamentalmente a trabajadores expuestos a poblaciones de garrapatas, siendo mayor grupo de riesgo el de los granjeros que viven en áreas endémicas, agricultores o trabajadores en contacto con animales.
La presencia de este virus ya había sido detectada con anterioridad en España. Este patógeno fue aislado en fincas de caza de Cáceres, en las lindes del río Tajo en la frontera portuguesa, oculto en garrapatas que infectan a ciervos y otros animales. Las garrapatas son las principales responsables del contagio en humanos en las zonas del mundo donde la enfermedad es endémica y donde la mortalidad puede alcanzar el 40%. Un estudio en 2012 ya alertó de que el virus hallado en España era muy similar a otro que había causado brotes en humanos en África. La hipótesis más plausible es que el nuevo virus llegase a España a bordo de aves migratorias.
El Ministerio de Sanidad español hizo en octubre de 2011 un informe de evaluación de riesgo, en el que estimaba bajo el riesgo de transmisión del virus, pero recomendaba una serie de medidas, entre ellas más investigación para saber si el virus está circulando y también una vigilancia entomológica para el seguimiento y control de las garrapatas que lo transmiten. El principal foco de sospecha de su presencia era Castilla-La Mancha.
Es difícil prevenir o controlar la infección en los animales y las garrapatas, debido a que tanto el ciclo garrapata-animal-garrapata como la infección de los animales domésticos suelen pasar desapercibido. Actualmente no hay ninguna vacuna segura y eficaz ampliamente disponible para uso humano.
El tratamiento general de sostén contra los síntomas es la principal opción ante esos casos. Se ha utilizado el antiviral ribavirina para tratar la infección, con efectos claramente beneficiosos.