El conflicto de Ucrania

domingo, 1 de marzo de 2015
El único enemigo que de verdad cuenta es el que amenaza directamente a nuestras vidas. Para los ucranianos europeístas, los polacos o los bálticos, no hay peor enemigo que los rebeldes prorrusos, apoyados, organizados y pertrechados por Putin y sus servicios secretos.

Las víctimas no pueden escoger. Quienes tienen responsabilidades a la hora de parar las matanzas son los que no tienen más remedio que hacerlo. Y a la hora de establecer las prioridades no deben dejarse engañar por la retórica, las apariencias, los sectarismos ideológicos o los contratos económicos.

Las protestas en Ucrania estallaron en noviembre de 2013 cuando el Gobierno se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea la gente salió a las calles para protestar. El 22 de febrero el Parlamento de Ucrania destituyó al presidente Yanukóvich, cambió la Constitución y convocó elecciones anticipadas para el 25 de mayo. Varias áreas del este y el sur de Ucrania no reconocieron la legitimidad del Gobierno autoproclamado de Kiev y con protestas multitudinarias reivindicaron la federalización del país. 


La guerra ya ha dejado más de 5000 muertos y esto no parece que quede aquí, Rusia sigue cruzando la frontera este de Ucrania, más de 15.000 soldados rusos han cruzado la frontera y varios centenares habrían muerto en combate, según grupos de derechos humanos. Estos cálculos se basan en las informaciones proporcionadas por familias rusas, cuyos allegados fueron enviados a realizar maniobras y luego dejaron de comunicarse con casa.
Durante las últimas semanas se han oficiado discretamente entierros en suelo ruso de militares, cuyas muertes no han sido explicadas por Moscú. Pero desde diversos sectores de la sociedad civil ya se empieza a extender tímidamente una protesta por la falta de transparencia sobre lo ocurrido con miles de jóvenes.
Desde el principio de la crisis, Moscú ha negado haber desplegado tropas en Ucrania para ayudar a los separatistas prorrusos en los combates contra las fuerzas ucranianas. El sorprendente resurgir de los milicianos acorralados en sus bastiones de Donetsk y Lugansk, y las fotos de satélite en las que se ve a blindados rusos avanzar hacia la frontera ucraniana han arrojado muchas dudas sobre la sinceridad de Moscú.
Sin embargo, ahora quien habla no es una cancillería occidental ni el viejo enemigo de la OTAN: son las propias familias de los militares, que viven con angustia el goteo de noticias sobre algunos militares que deberían haber vuelto a casa hace semanas y que han dejado de contestar al teléfono. Valentina Melnikova, presidenta del Comité de Madres de Soldados, la principal organización que representa a las familias de los militares, calcula que ahora mismo hay entre 17.000 y 18.000 soldados rusos en Ucrania.

Con la ayuda rusa los prorrusos avanzan ante la falta de medios del ejército ucraniano. La ciudad de Debáltsevo, la manzana de la discordia entre el Gobierno de Ucrania y los separatistas, es un estratégico cruce de caminos que los prorrusos consideran crucial para la viabilidad de sus repúblicas separatistas.

Situada a medio camino entre las ciudades de Donetsk y Lugansk, los mayores bastiones insurgentes, Debáltsevo es un nudo de comunicaciones que lleva por carretera y por tren a Moscú, principal aliado de los rebeldes.

Kiev y los prorrusos advirtieron de que no rendirían la ciudad y, pese a la entrada en vigor del alto el fuego el pasado 15 de febrero, siguieron combatiendo. El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, dijo que Debáltsevo era una línea roja que no se podía cruzar y ordenó a sus generales que, en ningún caso, cedieran las posiciones. Hasta el miércoles 18 de Febrero, cuando las tropas ucranianas se han retirado de la ciudad. Entre 6.000 y 10.000 soldados llevaban varios días cercados a pesar de la existencia de la tregua. 

Los rebeldes siempre han mantenido que esa ciudad forma parte de su territorio, mientras Kiev considera que, en virtud de los anteriores acuerdos de Minsk, de septiembre de 2014, Debáltsevo debe permanecer bajo control gubernamental.

Una vez el ejército prorruso rompió la tregua y reanudados los combates, los rebeldes marcaron Debáltsevo y, en menor medida, el puerto de Mariúpol, como objetivos para garantizar la viabilidad de sus repúblicas como entes autónomos o independientes.

Pero no es el único foco en el que regresan los combates, en la ciudad de Shyrokyne (controlada por las fuerzas gubernamentales) a escasos 20 km de Mariupol comenzaron los bombardeos. El ejército prorruso intenta avanzar posiciones hacia Mariupol, la última gran ciudad del este e importante vía de unión de Donetsk y Lugansk con Crimea.

Algunos en ambulancia, otros en camilla y hasta algunos caminando pese a las heridas, todos vienen de la batalla por Shyrokyne, la ciudad vecina que los separatistas rebeldes están intentando tomar. "Se pasan el día disparando, cohetes o cualquier munición que tengan", comenta Aleksandr Vinográdov, soldado herido que describe la feroz batalla de los últimos días.
Las tropas ucranianas responden aunque Aleksandr reconoce que ha visto señales de que están teniendo dificultades. "Si nos dieran el equipamiento, ganaríamos", asegura. Pero donde fue desplegado, sólo disponían de un vehículo, el resto estaba averiado. "Necesitamos repuestos. Todo está roto", lamenta al tiempo que baja la cabeza por el dolor de su brazo herido.
Los rebeldes prorrusos no parecen tener el mismo problema de suministros. La OTAN cree que la ofensiva actual coincide con el reabastecimiento de tropas y armas por parte de Rusia. Moscú lo niega. El presidente Vladimir Putin de hecho habla de que en el lado ucraniano está lo que llama "Legión extrajera de la OTAN".

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