Hallan restos de un monstruo marino

lunes, 30 de marzo de 2015
Se han escrito cientos de libros y se han rodado docenas de películas sobre la fantástica fauna que poblaba el Jurásico. Los dinosaurios se han convertido en todo un símbolo de la vida prehistórica y aunque fueron animales fascinantes hemos de reconocer que es algo injusto puesto que, antes de que ellos reinaran sobre la Tierra, existieron otros monstruos tan interesantes como ellos a los que no se les ha prestado la atención que merecen.

Antes de la llegada del Mesozoico y sus grandes dinosaurios, nuestro planeta experimentó otra gran explosión de vida en una época en la que aún no existían animales sobre la superficie por la escasez de oxígeno y en la que los océanos eran un campo de batalla para extrañas y sorprendentes criaturas marinas.

Esta semana investigadores de las Universidades de Oxford y Yale han publicado en la Revista Nature el hallazgo de uno de los fósiles más espectaculares del Ordovícico: Un enorme anomalocárido de más de dos metros, datada en unos 480 millones de años y que constituye una nueva especie desconocida hasta el momento.

Los anomalocáridos eran los depredadores más feroces de aquella época y representan los antepasados de numerosos artrópodos actuales. No obstante, y a pesar de su impresionante aspecto, el ejemplar descubierto en estos días, no suponía una grave amenaza para el resto de habitantes del océano puesto que, al igual que nuestras ballenas, se alimentaban de plancton.

De hecho el Aegirocassis benmoulae (así lo han bautizado) también poseía dos largos apéndices articulados pero no los usaba para atrapar a sus víctimas como otros anomalocáridos, sino que se ayudaba de ellos para filtrar el agua de mar de manera similar a la de los grandes cetáceos actuales. Es un sistema muy eficiente en el que, como describe uno de los autores del estudio, el animal nadaría con los apéndices extendidos en la parte frontal de la cabeza, arrastrando una especie de red que filtrarían el agua y recogería el plancton. Tras el filtrado, los apéndices articulados son capaces de doblarse llevando el alimento recogido a la boca.

El resto de su interesante anatomía también presenta otras muchas curiosidades como la doble fila de “aletas” a lo largo de todo su cuerpo que podrían considerarse como un avance de lo que más tarde se convertiría en la doble fila de patas tan característica de los artrópodos que todos conocemos.

El fósil recuperado fue encontrado en la Formación Baja Fezouata de Marruecos y ya se ha incorporado a la colección del Museo Peabody de Historia Natural de Yale en Connecticut.

Estos artrópodos primitivos poblaban un mundo acuático, donde la tierra aún se encontraba unida en un solo continente, que se encaminaba lentamente hacia la mayor extinción conocida por nuestro planeta. Una gran mortandad, al final del Pérmico, que acabaría con el 95% de las especies de aquel momento y que, gracias a descubrimientos como éste, estamos recuperando poco a poco.

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