“No hemos visto nada como esto antes”… Así de emocionado se mostraba Carl Murray, de la Universidad Queen Mary de Londres, y autor principal del artículo que da cuenta de un descubrimiento insólito: la formación de un cuerpo rocoso y helado en los anillos de Saturno.
En muchas ocasiones hemos destacado la cantidad de datos e imágenes fascinantes que la sonda Cassini nos está proporcionando del gran planeta anillado y de su enorme sistema de satélites. Esa ingente acumulación de información conlleva una pequeña desventaja y es que, a veces, se nos pueden escapar cosas.
Algo así ha ocurrido en esta ocasión ya que a mediados de abril del año pasado la Cassini enviaba una serie de fotografías del anillo A de Saturno que pasaron desapercibidas para los responsables de la misión.
Sin embargo, en diciembre de 2.013, un equipo de astrónomos y físicos de la Queen Mary de Londres dio cuenta de que algo extraño estaba ocurriendo en ese anillo: Un resplandor inusual (un 20% más brillante que la materia que le rodea) en una zona del Anillo A de aproximadamente 1.200 kilómetros de largo y unos 10 de ancho.
Debemos recordar que los anillos de Saturno están compuestos por infinidad de pequeños bloques de polvo y hielo girando alrededor del gigante gaseoso y que, por acción de la gravedad, pueden dar como fruto, mediante acreción, objetos más y más grandes que terminarán convirtiéndose en nuevos satélites adoptando su propia órbita.
Así funciona la teoría con la que se pudieron formar lunas como Titán o Encélado y que ahora podríamos estar viviendo en directo… De hecho, actualmente Saturno cuenta con más de 200 satélites orbitando a su alrededor de los cuales unos 60 ya tienen órbitas seguras y establecidas.
El nuevo cuerpo “recién nacido” ha sido bautizado como “Peggy” alejándose de la costumbre de nombrar las lunas con reminiscencias de la mitología griega y romana…
Con las imágenes que tenemos en estos momentos no podemos precisar mucho sus características. Probablemente Peggy no tenga más de un kilometro de diámetro y todavía queda por confirmar si en el futuro seguirá su curso como una nueva Luna en Saturno o simplemente se derrumbara y se deshará en su interacción con otros objetos del anillo.
Hará falta esperar algo más de un año, para que en 2016, la sonda Cassini se encuentre de nuevo en disposición de fotografiar nuevamente su desarrollo y saber así si “Peggy” ha resistido como nuevo satélite o se ha desvanecido en el fragor del anillo A de Saturno.
Sea como sea, es un momento único puesto que no olvidemos que de esta manera se formó nuestro Sistema Solar con sus lunas, sus asteroides y todos los planetas, como el nuestro.
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