1. Dime en qué ciudades vives y te diré cuántos pedos te tiras
Aunque pueda parecer extraño, tu ciudad también determina el número de ventosidades que expulsas a lo largo del día. Por ejemplo, no es lo mismo que vivas en Madrid que lo hagas en Valencia. ¿Por qué? Distintos estudios han demostrado que a mayor nivel de altitud, mayor número de flatulencias.
Por ejemplo, una persona sana que reside en una localidad costera puede llegar a tirarse alrededor de 10-15 pedos al día, mientras que en Madrid -que se encuentra a 646 metros sobre el nivel del mar- tendríamos que sumar alguna que otra ventosidad más a las 24 horas.
2. Aquí no hay distinción de género
Existe la creencia de que los hombres se tiran más pedos que las mujeres. Sin embargo, como otras muchas diferencias que se intentan establecer entre ambos sexos, si tu pareja expulsa más flatulencias que tú, no depende de que sea hombre o mujer.
El mito de que los hombres son más ‘pedorros’ procede en realidad de una imposición social más. Parece que está peor visto que una mujer se tire un pedo en público a que lo haga un hombre. Por suerte, cada vez son más quienes tratan de extinguir estos clichés y entienden que, por muy incómodo que pueda llegar a ser, es algo natural tanto en ellas como en ellos.
3. Cuidado con la compañía
Bea, más conocida como ‘La legionaria’, popularizó tras su paso por ‘Gran Hermano’ aquello de “si quiero tirarme un pedo aquí, me lo tiro”. Sin embargo, pese a que sus compañeros tuvieran que aguantar su comportamiento, en la calle eso no es muy recomendable.
Por ejemplo, hace unas semanas conocíamos que un pedo -sí, como lo oyes- había desencadenado un tiroteo que dejó cuatro heridos en Valencia. Desde la misma capital del Turia nos llega otra noticia de lo más curiosa. En aquella ocasión, dos comerciantes habían sido multados con 600 euros por expulsar ventosidades delante de los agentes de policía, además de todo tipo de improperios por los que incurrieron en menosprecio a la autoridad.
4. Flatulencias post mortem
Sobre la muerte sobrevuelan todo tipo de creencias. Algunas son ciertas, otras no tanto. Entre las que no son un mito se sitúa aquella que habla de las flatulencias que puede expulsar un cadáver. De hecho, según distintos estudios, esto puede suceder incluso hasta 3 horas después de la muerte.
Es un proceso natural y se produce porque todo el aire que se encuentra en el cuerpo termina siendo expulsado a través de los intestinos.
5. ¿Qué es la eproctofilia?
Seguro que has oído hablar de un sinfín de fijaciones sexuales de lo más extrañas, pero en ese apartado tienes que dejar sitio también para la eproctofilia, también conocida como pedofilia o flatofilia. Aunque jamás hayas pensado que pudiese ocurrir, hay personas que se excitan al inhalar el olor de las flatulencias.
De esta forma, se conoce como eproctofilia a la fijación sexual que tiene como objeto fetiche a los pedos, más concretamente a su olor e incluso a su sonido.
6. El peor ataque en la cama
Y si la eproctofilia os ha parecido extraño (que lo es), no podéis perder detalle de ‘El horno holandés’, sobre todo para no caer en la trampa si tu pareja ha visto la película ‘Requisitos para ser una persona normal’ y te propone entrar en este particular y desagradable horno bajo las sábanas.
En la película protagonizada y dirigida por Leticia Dolera, su personaje pierde una apuesta y tiene que hacer un ‘horno holandés‘. ¿En qué consiste? Te tiras un pedo y te tapas con el edredón para crear un microclima.
7. ¿Son inflamables?
En Youtube encontramos un sinfín de vídeos en los que sus protagonistas deciden hacer un soplete con tan solo un mechero y una potente flatulencia. Dada la peligrosidad de la acción, hay muchas personas que no terminan de creerse que un pedo pueda arder. Sin embargo, pese a que también podamos encontrar varios montajes en la red, es cierto que los pedos son inflamables.
Los pedos tienen altos niveles de metano e hidrógeno por lo que se pueden producir explosiones por acumulación de gases. Precisamente por esta razón no se recomienda aguantarse las flatulencias durante un prolongado espacio de tiempo.
8. El espacio no es lugar para pedos
Tirarse un pedo no suele ser peligroso, ¿verdad? Por muy mal que pueda llegar a oler, lo único que tienes que hacer es aguantar la respiración hasta que puedas abandonar la estancia o abrir una ventana para que la ventilación haga el resto. Sin embargo, en el espacio no resulta tan sencillo.
Ya que las ventosidades son inflamables, como hemos visto en el punto anterior, no suponen una buena compañía para los astronautas cuando se encuentran en una cápsula presurizada.
Hace unos años Discovery hacía referencia a un artículo publicado en los años 60 en el que se analizaba el tipo de dieta a la que debían someterse los astronautas para rebajar sus flatulencias.
9. Las compañías aéreas combaten las flatulencias
Como hemos detallado en los apartados anteriores, cada persona expulsa más de una decena de ventosidades al día. Sin embargo, puede que hayas observado cómo aumentan sospechosamente tus gases cuando vuelas en un avión. Esto se debe a que la altitud incide en el número de flatulencias que expulsamos y estando a una altura de 33.000 pies, lógicamente, se multiplican notablemente.
Por ello, el servicio de catering que suelen ofrecer las compañías aéreas tiene en cuenta este aspecto e incluye alimentos de fácil digestión. Por ejemplo, no esperes comerte una fabada mientras cruzas al otro lado del Atlántico.
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