5 islas que no deberías pisar

lunes, 14 de noviembre de 2016
Cuando pensamos en una isla, nos solemos imaginar la típica isla paradisíaca con la arena blanca y el agua cristalina. Lo que no nos imaginamos, es que en muchas ocasiones estas islas remotas de los océanos son tan bonitas como peligrosas.

Las islas de las que hablaré hoy pueden parecer idílicas desde el aire, pero son tan peligrosas que aunque estuvieras perdido en el mar y alguna de estas fuera la única isla que has visto en semanas, sería más seguro quedarse en el agua que adentrarse en una.


1- Sentinel del Norte: Esta es una de las islas más peligrosas del mundo, ya que es habitada por una de las tribus más aisladas e inaccesibles, los sentineleses, una etnia que ha estado aislada del resto del mundo durante los últimos 55 mil años.

La isla se encuentra en el archipiélago de las Islas Andamán y es administrada por la India. Desde arriba parece una isla paradisíaca con playas de arena blanca y abundante vegetación, pero créeme cuando te diga que no querrás poner ni un pie en esta isla.
Marco Polo ya se acercó a esta isla, y vio como sus habitantes eran una raza totalmente salvaje y a los que no les gustaban nada los extranjeros. Y desde el siglo XIII la cosa no ha cambiado nada.
Una muestra de su rechazo y hostilidad hacía toda persona exterior a su tribu se dio en 2006, cuando dos pescadores ilegales se acercaron a la costa de la isla, y ahí fueron atacados por los locales, que los asesinaron y los enterraron en la misma orilla.
En varias ocasiones se ha acercado un helicóptero o una avioneta, y los sentineleses siempre los han atacado con flechas y piedras.
Son tan hostiles, que después de casi 30 años intentado establecer contacto con ellos, el gobierno indio ha decidido establecer una zona de exclusión de tres millas alrededor de la isla, para proteger a los habitantes de la isla y a los extranjeros.
Se han aislado tanto, que en la actualidad sería imposible que los sentineleses vivieran en otro lado debido al enorme choque cultural y a las enfermedades. En 1879 varios habitantes de la isla fueron arrestados y llevados a la capital, dónde dos de ellos murieron enfermos, y probablemente los que volvieron a la isla provocaron una epidemia en ella.
Es imposible decir con certeza (por razones obvias) pero se estima que en la isla viven unas 100 personas.
2- Isla de Queimada Grande: Esta isla, también conocida como la isla de los serpientes se encuentra a unas 43 kilómetros de la costa de Brasil. Sin embargo, os aseguro que esta isla no es para nada tan agradable como las playas de Río de Janeiro.
Esta isla es conocida por estar superpoblada de serpientes venenosas y mortales. Las serpientes que viven en esta isla son de la especie Bothrops insularis, una especie endémica que solo se puede encontrar en esta isla. Se trata de una serpiente con un poderoso y mortal veneno que se alimenta de aves, y pueden llegar a medir más de un metro de longitud.
Es tan peligroso acercarse a la isla que el gobierno de Brasil prohibió la entrada a ella. Sólo los científicos se pueden acercar a la isla, y eso después de haber conseguido varios permisos para realizar la investigación.
Se estima que en esta isla hay entre 1 y 5 serpientes por cada metro cuadrado.
Como no podía ser de otra manera, esta isla tiene su propia historia de terror. Cuenta la leyenda que en la isla hay un faro, que se abandonó y dejó de funcionar después de que las serpientes se colaran en él y mataran a la familia que vivía ahí, que estaba compuesta por los padres y tres hijos pequeños.
3- Isla de Poveglia: Si eres de los que le gusta pasar miedo mirando películas de terror, quizás para ti unas buenas vacaciones sería pasar unos días en esta isla, situada en una laguna de Venecia.
La historia de esta isla cambió cuando los romanos decidieron que sería ahí donde mandarían a todos los enfermos de peste de su imperio. Así que ahí aislaron a miles de personas, y todas murieron.
Después de la época romana, esta isla vivió un tiempo de tranquilidad, hasta que apareció otra enfermedad mortal y volvió a su antiguo uso.
Cuando se extendió la peste bubónica por toda Europa, la isla volvió a servir como un sitio de “vacaciones” para cualquier persona infectada. Aunque de hecho, el miedo era tal, que la gente era mandada a esta isla solo si mostraban síntomas de la enfermedad.
Al principio, los enfermos eran enviados a la isla, dónde morían en paz, pero cuando la epidemia se extendió, los echaban a un hoyo y les quemaban. La locura fue tal, que se estima que quemaron a más de 160.000 personas en esta isla.
Pero la historia no termina aquí. En 1992 construyeron un hospital psiquiátrico. Ahí se aislaba en celdas a personas con problemas mentales graves.
Actualmente, y después de haber presenciado la muerte de cientos de miles de personas, la isla permanece deshabitada. Me pregunto cual será el siguiente uso que se le dará.
4- Isla Miyakejima: Si nos parece que la contaminación de las grandes ciudades es peligrosa, no sé que pensaremos de esta isla. La Isla Miyakejima se encuentra en el sureste de Japón.
Debido a su alta actividad volcánica, el aire de la isla esta lleno de azufre. De hecho, es el aire con la mayor concentración de azufre del planeta.
Por culpa de esto, el hombre y otras muchas especies no pueden sobrevivir en estas condiciones.
En el último siglo, los volcanes han entrado en erupción 6 veces, causando grandes problemas para la población. Por culpa de la toxicidad del aire, la gente que vive en la isla tiene que ir todo el día con la máscara de oxigeno.
En el año 2000 entró en erupción después de unos años de tranquilidad, y la isla tuvo que ser evacuada y declarada no habitable durante 5 años. En 2005 algunos de sus habitantes volvieron, mientras que muchos otros se prefirieron quedar en Tokio.
Hay rumores que dicen que algunas de las personas que decidieron volver lo hicieron porque empresas científicas les pagaban, para poder realizar estudios científicos sobre la exposición a estos gases tóxicos.
5- Isla Ramree: Esta isla, situada en Birmania, ostenta un particular récord Guinness del que seguro que no está orgulloso. El récord es “El desastre más grande sufrido (por los seres humanos) por parte de animales”

Todo pasó en la Segunda Guerra Mundial. Cuando los japoneses se vieron obligados a recular debido al ataque británico, los casi mil soldados que quedaban con vida tuvieron que atravesar más de 15 kilómetros de manglares para poder llegar al sur de la isla y reagruparse.
El problema es que los manglares de esa zona están infestados de cocodrilos de agua salada, los más peligrosos del planeta. Dentro de los manglares sucedió una auténtica matanza, y se dice que casi todos los soldados perdieron la vida. Cuando los británicos entraron, se dice que solo encontraron 20 soldados japoneses con vida.

Las formas más raras de apareamiento

jueves, 10 de noviembre de 2016
1- Chicos, podemos alegrarnos de no ser como este pez lofiforme. Algunas especies de peces abisales, como este, inician su proceso de fertilización mordiendo a la hembra (que normalmente tiene 10 veces su tamaño) para después comenzar a desintegrarse, derritiéndose y fusionándose con ella hasta que solo quedan de él los testículos: una fuente de esperma suficiente para fertilizar sus huevos.

Se trata de un proceso bastante peculiar, pero ¿cómo llega entonces el esperma a los huevos? Todo esto ocurre fuera de sus cuerposLos machos liberan esperma y las hembras huevos, que después se fertilizan en el agua.

Sin embargo, no queda claro cuál de los dos peces (la hembra o el macho “parásito”) controla la liberación de esperma. “Debido a que el final de la cola del macho es prominente”, puede soltar el esperma en el momento en el que ella libera su huevo.
Para no hacer de este pez un estereotipo, debes saber que no todos los machos son tan pegajosos. En algunas especies, como el pejesapo rayado, tanto macho como hembra colaboran a la hora de liberar esperma y huevos en el agua. En otras, como el Melanocetus johnsonii, son los machos quienes se pegan a las hembras pero las dejan ir una vez termina la fertilización. 

2- Los peces lofiformes parásitos no son los únicos animales que se aparean de una forma diferente.

Los calamares macho, por ejemplo, proporcionan a la hembra pequeños sacos llenos de esperma llamados espermatóforos que pegan dentro de la hembra utilizando un tentáculo “que recibe el nombre técnico de hectocótilo”, o “un órgano terminal que es como un pene gigante”. 

Una vez lo pegan (sobre la capa que les cubre la cabeza) el esperma penetra en la piel. Tras esto, la ruta que recorre es un misterio, aunque las hembras de algunas especies tienen receptáculos de esperma desde los que podrían hacer pasar los huevos o cogerlos cuando fuera necesario.


3- Otra herramienta única en este juego de la reproducción son los “rascadores” de esperma de las libélulas. Las libélulas macho tienen dos conjuntos de genitales e introducen el esperma de sus testículos en su pene

Antes del apareamiento, sin embargo, utilizan su pene para extraer el esperma de cualquier pareja anterior que haya podido tener la libélula hembra antes de introducir el suyo propio. 


4- La verdadera tragedia griega la encontramos en el destino del macho del ácaro Adactylidium, que técnicamente ya es padre aun estando dentro del cuerpo de su madre. La madre ácaro puede contener hasta nueve huevos dentro de su cuerpo, y normalmente solo uno es macho

Este numeroso grupo vive dentro de su madre y se alimenta de ella. Una vez que maduran, las hembras se aparean con su hermano, abriendo después un agujero en el cuerpo sin vida de su madre para salir, mientras que el macho muere (probablemente de cansancio y/o de vergüenza).


5- Por último están los gusanos Osedax que viven en el fondo del océano, donde se alimentan de huesos de ballena. Su desarrollo suele darse con retraso, así que los machos parecen “gusanos prepubescentes con genitales completamente desarrollados”. 

Viven dentro de las hembras y “eyaculan a través de la punta de sus cabezas, liberando esperma justo cerca de la abertura por la que salen los huevos de la hembra”. 

Trump Presidente, WTF Estados Unidos?

miércoles, 9 de noviembre de 2016


El mundo esperaba ver a la primera mujer en la presidencia de EE UU, después de tener a un presidente afroamericano. Ocurrió lo inesperado. Los votantes eligieron a un demagogo, un hombre que ha reavivado algunas de las tradiciones más oscuras del país.

A medida que llegaban los resultados en los Estados clave y Trump sumaba victoria tras victoria, se disparaba el desconcierto de los especialistas en sondeos, de los estrategas demócratas, los mercados financieros y las cancillerías occidentales. La victoria en Florida, Estado que el presidente Barack Obama, demócrata como Clinton, ganó dos veces, abrió la vía para la victoria de un magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad que ha sacudido los cimientos de la política tradicional. Trump ganó después en Carolina del Norte, en Ohio y Pensilvania, entre otros Estados que Clinton necesitaba para ganar.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puede suponer una ruptura con algunas tradiciones democráticas de EE UU como es el respeto a las minorías y con la tranquila alternancia entre gobernantes que discrepaban de su visión del país, pero no en los valores fundamentales que le han sostenido desde su fundación.
Trump, que ha prometido construir un muro en la frontera con México y prohibir la entrada de musulmanes a EE UU, ha demostrado que un hombre prácticamente solo, contra todo y contra todos, y sin depender de donantes multimillonarios, es capaz de llegar a la sala de mandos del poder mundial. A partir del 20 de enero, allí tendrá al alcance de la mano la maleta con los códigos nucleares y controlará las fuerzas armadas más letales de planeta, además de disponer de un púlpito único para dirigirse a su país y marcar la agenda mundial. Desde la Casa Blanca podrá lanzarse, si cumple sus promesas, a batallas con países vecinos como México, al que quiere obligar a sufragar el muro. México, vecino y hasta ahora amigo de EE UU, será el primero en la agenda del presidente Donald Trump.


El republicano ha desmentido a todos los que desde hacía medio año pronosticaban su derrota. Ha derrotado a los Clinton, la familia más poderosa de la política estadounidense en las últimas tres décadas, si se exceptúa a otra familia, los republicanos Bush, que también se oponían a él. Se enfrentó al aparato de su propio partido, a los medios de comunicación, a Wall Street, a las grandes capitales europeas y latinoamericanas y a las organizaciones internacionales como la OTAN.
Su mérito consistió en entender el malestar de los estadounidenses víctimas del vendaval de la globalización, las clases medias que no han dejado de perder poder adquisitivo en las últimas décadas, los que han visto cómo la Gran Recesión paralizaba el ascensor social, los que asisten desconcertados a los cambios demográficos y sociales en un país cuyas élites políticas y económicas les ignoran. Los blancos de clase trabajadora (una minoría antiguamente demócrata que compite con otras minorías como los latinos o los negros pero que carece de un estatus social de víctima) han encontrado en Donald Trump al hombre providencial. También la corriente racista que existe en el país de la esclavitud y la segregación halló en Trump un líder a medida.
La victoria del republicano deja una sociedad fracturada. Las minorías, las mujeres, los extranjeros que se han sentido insultadas por Trump deberán acostumbrarse a verlo como presidente. También deja una sociedad con miedo. El presidente electo ha prometido deportar a los 11 millones de inmigrantes sin papeles, una operación logística con precedentes históricos siniestros. El veto a la entrada de los musulmanes vulnera los principios de igualdad consagrados en la Constitución de EE UU.
Su inexperiencia y escasa preparación alimentan la incógnita sobre cómo gobernará. Una teoría es que una vez en el despacho oval se moderara y que, de todos modos, el sistema de contrapoderes frene cualquier afán autoritario. La otra es que, aunque este país no haya experimentado un régimen dictatorial en el pasado, las proclamas de Donald Trump en campaña auguran una deriva autoritaria.



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Conflicto Tíbet-China (II)

miércoles, 2 de noviembre de 2016
En 1990 el Dalai Lama impulsó reformas radicales para instaurar una democracia auténtica entre la comunidad tibetana. Se disolvió el Gabinete tradicional tibetano (Kashag), que tradicionalmente había sido designado por el Dalai Lama, y los tibetanos exiliados pudieron votar democráticamente para elegir a los 46 miembros del Parlamento Tibetano. A su vez, el Parlamento designó democráticamente a los nuevos miembros del gabinete del Gobierno tibetano en el exilio. En el mismo año de 1990 se promulgó la nueva constitución democrática, llamada Carta de los Tibetanos en el Exilio. Entre otras cosas, el texto consagra la libertad de expresión, de creencias, de reunión y de movimiento. En 1992, el Dalai Lama estableció las directrices para la que podría ser una Constitución de un futuro Tíbet libre. El primer punto de esa Carta es que, al independizarse el Tíbet, la primera tarea del Gobierno interino sería elegir una Asamblea Constituyente para redactar una Constitución democrática para el país. Ese mismo día, el Dalai Lama transferiría toda su autoridad histórica y política al presidente interino.

Después de las reuniones de los años ochenta se puede decir que no ha habido avances significativos en el proceso de paz del Tíbet. Se mantiene un profundo desacuerdo en varios puntos: la relación histórica entre el Tíbet y China, la situación de derechos humanos en la región o las demandas del Gobierno tibetano en el exilio. Además, las manifestaciones de finales de los ochenta o los atentados terroristas perpretados por monjes tibetanos en 1987 y 1993 no han ayudado a que China esté dispuesta a ceder nada. Todo lo contrario, significaron represión, detenciones y cárcel para los tibetanos. Además, con los atentados de 1993 se rompieron los contactos entre las partes.
Tras años de enfriamiento del proceso, en 1999 el Dalai Lama puso sobre la mesa una “vía intermedia” para solucionar el conflicto. Esta nueva estrategia consistía en reconocer la soberanía china sobre la región y abogar por una mayor autonomía, en asuntos como la cultura, el medio ambiente, la educación o la religión. Al adoptar una postura no independentista, han aparecido importantes críticas hacia el Dalai. Miembros del Gobierno en el exilio y la organización del Congreso de las Juventudes tibetanas han mostrado su desacuerdo con esta estrategia dialogante.
En Diciembre de 2000 se reanudan los contactos entre las autoridades chinas y el gobierno tibetano en el exilio, que finalmente propone avanzar en la alternativa de la “vía intermedia” propuesta por el Dalai Lama. El objetivo ya no es la independencia, sino preservar la identidad del Tíbet.
En 2001 tienen lugar las primeras elecciones democráticas en la historia del Tíbet, si bien sólo pueden votar los tibetanos exiliados. La comunidad tibetana en el exilio elige a Samthong Rinpoche como Primer Ministro del Gobierno Tibetano. A finales de 2002 el presidente de la Región Autónoma del Tíbet recibe oficialmente a los enviados del Dalai Lama, en la que es la primera reunión de alto rango entre China y el gobierno tibetano en el exilio desde 1993.

En Septiembre de 2007 el Dalai Lama recibe la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos. En Octubre, monjes que celebraban ese reconocimiento al Dalai son detenidos por las autoridades chinas. Un episodio que hace aumentar la tensión y que termina con años de tranquilidad entre China y Tíbet.
En Marzo de 2008 Lhasa registra duros enfrentamientos entre fuerzas de seguridad chinas y manifestantes tibetanos, que reclamaban la libertad de los monjes detenidos a finales del año anterior. Pronto las manifestaciones se transformaron de reclamos por la independencia. Las protestas derivaron en una espiral de violencia que provocó a la muerte de unas 200 personas (según el Gobierno tibetano en el exilio), además de la destrucción de numerosos edificios y vehículos. El Gobierno chino detuvo a miles de personas, expulsó a los periodistas de la región durante varios meses, impuso el toque de queda y desplegó miles de efectivos adicionales en el Tíbet.
En los meses que siguieron a los sucesos de Marzo varios países occidentales amenazaron con boicotear la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín si China no dialogaba con los tibetanos. Pero a la hora de la verdad, durante las Olimpiadas no hubo apenas ningún boicot. A partir del año 2009, 50º aniversario del exilio tibetano, comenzó un goteo de inmolaciones a lo bonzo. En los cuatro años siguientes más de un cententar de monjes y de tibetanos murieron al prenderse fuego. El tipo de protesta había pasado de la violencia contra las autoridades al suicidio.
En Marzo de 2011 el Dalai Lama renuncia a su cargo como líder político tibetano, tras más de medio siglo intentando avanzar en el proceso de paz del Tíbet sin apenas resultados. En la actualidad, el Gobierno tibetano en el exilio no tiene una estrategia diferente a la de buscar apoyos internacionales y continuar en la presión política, si bien no ha dado apenas resultados en las últimas décadas. En realidad, lo que la comunidad tibetana en el exilio espera es que la apertura económica de China lleve a la población a pedir mejoras democráticas. Si el aumento del nivel de vida de los chinos les hace exigir la democratización de su país, las posibilidades de que el Tíbet pueda tener un sistema democrático tal y como se ha ideado desde el exilio no son tan remotas. 
El verdadero problema que tiene el Gobierno en el exilio es que más de la mitad de la población que vive actualmente en Lhasa no son de origen tibetano. Los tibetanos ya no son mayoría ni en su tierra, ni en el exilio. Por ello, la política actual de China respecto al conflicto del Tíbet consiste simplemente en esperar que las nuevas generaciones tibetanas, menos influenciadas por la religión, entiendan que ser parte de China es mejor para sus intereses.

Conflicto Tíbet-China (I)

Tras la Segunda Guerra Mundial, China tuvo que ocuparse de un importante conflicto interno: la Guerra Civil que el Partido Comunista de Mao Tse-tung libraba contra el Gobierno de Xian Kai-shek. En 1949 Mao sale vencedor y proclama la República Popular de China. Durante la guerra el Tíbet había tenido una estatus algo ambiguo: era independiente, aunque China lo considerara una región más de su territorio nacional. Las potencias occidentales mantenían relaciones comerciales directas con el Tíbet, si bien aceptaban la soberanía china. Un doble rasero que Occidente ha mantenido durante muchos años y que no ha hecho sino complicar el aclaramiento del estatus del Tíbet.


Tras la victoria de Mao, algunas tropas del derrotado Xian Kai-shek se instalaron en los alrededores de Lhasa. Cumpliendo su palabra de liberar al Tíbet, en 1950 Mao ordenó al Ejército de Liberación Popular de China entrar en la región montañosa y acabar con las fuerzas enemigas. Antes de esta incursión, el Gobierno chino había hecho una propuesta de colaboración al Dalai Lama para luchar contra los seguidores de Kai-shek, pero el líder tibetano se había negado. Tras la victoria aplastante sobre tropas de Kai-shek y tropas tibetanas, el gobierno del Tíbet se ve obligado a negociar.
En 1951 se firma el “Acuerdo de los Diecisiete Puntos para la Liberación Pacífica del Tíbet”, entre las autoridades tibetanas y el Gobierno chino. Pekín pide que el Tíbet reconozca pertenecer al territorio chino, y a cambio China se compromete a aceptar el sistema político del Tíbet, el estatus del Dalai Lama y a mantener las estructuras autóctonas tibetanas. El Acuerdo estableció para el Tíbet una administración autónoma dirigida por el Dalai Lama.
En 1955 el Gobierno chino creó un sistema paralelo de administración con el “Comité Preparatorio para la Región Autónoma del Tíbet”. A la vez, en las provincias vecinas de Amdo y Kham (provincias chinas pero étnicamente tibetanas) los chinos comenzaron a poner en práctica políticas restrictivas y duras, como confiscación de riquezas de monasterios budistas, reclutamiento de mano de obra forzada, reforma radical en la tenencia de las tierras y puesta en marcha de una campaña propagandística contra los monjes y la aristocracia tibetana, a quienes acusaban de mantener un sistema feudal en la región. Todo esto conlleva al levantamiento de Litang, en 1956.
El levantamiento de Litang fue la primera de una serie de revueltas contra el Gobierno chino, apoyadas por los monjes tibetanos que habían visto sus monasterios expropiados, por la aristocracia tibetana y también por la CIA estadounidense, un apoyo que ha de entenderse en el marco de la Guerra Fría. La respuesta a los levantamientos fue dura, y el Ejército chino bombardeó pueblos y ciudades en el Tíbet. Ante esta situación de conflicto abierto y descontrolado, el Dalai Lama, temiendo por su vida, huyó a la India en 1959 y renunció al Acuerdo de los Diecisiete Puntos. En marzo de 1959 las revueltas llegaron a la capital del Tíbet, Lhasa. Según las autoridades tibetanas en el exilio, las víctimas de estos episodios violentos se contarían por decenas de miles.
Tras las revueltas, los monjes y aristócratas que habían dado apoyo a los levantamientos contra el Gobierno chino perdieron su condición social y tuvieron que entregar sus bienes, que fueron redistribuidos entre la población. Los nobles perdieron sus posesiones y los monjes fueron expulsados de los monasterios y obligados a trabajar para ganarse la vida, abandonando la vida monástica. Se inició así un proceso de destrucción de la cultura y la estructura social tibetana. China abolió todo tipo de instituciones feudales, disolvió el gobierno tibetano e instaló la propiedad comunal. En 1965 el territorio tibetano se reorganizó como la Región Autónoma del Tíbet, con lo que el Tíbet pasó a ser una región administrativa de igual estatus jurídico que cualquier otra provincia china.
China puso al frente del gobierno tibetano al Panchen Lama, la segunda autoridad del Tíbet, pues el Dalai Lama se encontraba exiliado en la ciudad india de Dharamsala. Éste comenzó a buscar apoyo internacional para la independencia del Tíbet, reclamando que el verdadero gobierno tibetano era el exiliado. Desde Dharamsala, el Dalai Lama continuó instigando acciones rebeldes contra el Gobierno chino hasta 1969, cuando la CIA dejó de prestarles ayuda y el resto de potencias occidentales no quisieron colaborar.
Durante los años sesenta y desde el establecimiento de la Región Autónoma del Tíbet, el Gobierno chino llevó a cabo un reasentamiento de población china a gran escala para ‘colonizar’ el Tíbet y prosiguió con leyes que cambiaron la tradición tibetana, como la introducción de la educación secular. En la década de la Revolución Cultural china (1966-1976), el Tíbet sufrió serios daños en su patrimonio cultural y en su herencia budista. Miles de templos y bienes culturales tibetanos fueron destruidos.
En 1979 se restableció la libertad religiosa (y miles de templos budistas volvieron a abrir sus puertas), aunque los condicionantes y limitaciones son importantes como la prohibición a los lamas de que cuestionen el derecho de China a gobernar al Tíbet.
En 1989 el Panchen Lama falleció, y el Dalái Lama y el gobierno de China reconocieron diferentes reencarnaciones. Respetando la religión de los tibetanos, el gobierno de China reconoció oficialmente la reencarnación del Panchen Lama, de acuerdo con la tradición Vajrayāna budista. Para ello se valieron del procedimiento que se utilizó en la dinastía Qing mediante el cual el Panchen Lama era elegido en una especie de lotería utilizando una urna de oro donde el nombre de los posibles Panchen Lama estaban insertados en bolas de cebada. Por su parte el Dalai Lama nombró a Gedhun Choeky Nyima como el undécimo Pachen Lama, mientras que el gobierno chino eligió al niño llamado Gyancain Norbu. Gyancain fue criado en Pekín y aparece en público muy esporádicamente. Choeky y su familia, de acuerdo a los exiliados tibetanos, parecieran estar prisioneros.