La respuesta aparece en un artículo reciente. En pocas palabras, este trabajo explica cómo estos insectos son capaces de generar orden a partir del caos. Y lo hacen mediante un proceso conocido como auto-organización. Pero claro, dicho así tampoco se entiende muy bien.
Lo mejor es detallar las conclusiones del trabajo. Es importante decir que la explicación que se da en el artículo no es completamente novedosa. La mayor parte ya se sabía, pero los investigadores han incluido dos cuestiones más, que ayudan a entender todo el proceso.
La secuencia es la siguiente: cada día, algunas hormigas salen de la colonia en busca de comida. Y lo hacen de manera completamente aleatoria. Dicho de otra manera: se dedican a pasearse “a ver si encuentran algo”. Y cuando están cansadas, vuelven al hormiguero a comer algo y refrescarse.
Si durante su paseo encuentran alguna fuente de comida, llevan una pequeña muestra al hormiguero. Y en el mismo momento en que cogen esta porción, comienzan a segregar feromonas, unas sustancias que sirven para comunicarse entre ellas. Entre otras cosas, señalizan los caminos.
El resto de hormigas están pendientes de las buscadoras. Y si detectan las feromonas, siguen el rastro hasta la fuente de comida. El único problema es que estas feromonas son volátiles, lo que quiere decir que se evaporan y se pierden. Si la comida está cerca del hormiguero no hay problema, pero si la distancia es algo mayor, a partir de un punto se pierde y los insectos tienen que improvisar.
Cuando pasa una sola hormiga, el efecto de las feromonas es pequeño. Pero según van pasando más y más hormigas el rastro se hace más fuerte. De esta manera se crean rutas muy específicas que van desde el hormiguero a la comida, y vuelven hasta el nido. Y como las feromonas son más fuertes por donde acaba de pasar una compañera, el resto de hormigas se sigue en “fila india”.
Hasta aquí todo estaba claro. Pero en el último trabajo, los investigadores han detectado las dos cuestiones de las que hablábamos antes. La primera tiene que ver con el momento en que se pierde el rastro. Cuando la hormiga que sigue a la buscadora deja de tener en qué basarse.
En ese momento, las hormigas no siguen un patrón al azar. Siguen la línea recta que llevasen en ese momento. Y las siguientes harán lo mismo en un momento u otro del recorrido. De esta manera, aunque algunas se pierden, la mayoría encuentra en camino más directo a la fuente de comida. Y esto aumenta, y mucho, la eficiencia.
Pero el aprendizaje también juega un papel importante. Hasta la publicación de este trabajo, se daba por hecho que todas las hormigas buscadoras eran igual de importantes. Y no es así. Las de mayor edad conocen mejor el terreno. Principalmente por experiencia, ya que han realizado esa tarea en muchas más ocasiones. Esto se traduce en que encuentran comida muchas más veces. Y en que los “paseos aleatorios” de las hormigas buscadoras jóvenes son, más que nada, una cuestión de aprendizaje.
Una de las cosas curiosas de este trabajo, y también muy interesante, es que estos patrones pueden ayudarnos a los seres humanos. Las colonias de hormigas, como muchos otros sistemas naturales y sociales, pertenecen al mismo tipo que uno muy conocido y sufrido por muchos: el tráfico. Todos ellos pertenecen a lo que se conoce como sistemas complejos no lineales, donde la auto-organización sirve para mejorar tremendamente su funcionamiento.
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