Las redes sociales y la universalidad de internet han hecho que, desde hace poco más de una década, muchas sean las historias que permanecían semi ocultas y lograsen ver la luz, siendo conocidas y compartidas por millones de internautas de todo el planeta.
Muchos de esos grandes relatos están estrechamente relacionados con infinidad de episodios acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial; hechos que, de no haber surgido gracias a la red, hubiesen quedado en el olvido o desconocimiento de la gran mayoría de personas.
Otras muchas historias las hemos conocido a través del cine, como en el caso de ‘La lista de Schindler’. Gracias al film también se conocieron nuevas historias protagonizadas por personajes anónimos que arriesgaron sus vidas con el fin de salvar las de un buen número de inocentes judíos, condenados a morir por culpa de un absurdo genocidio, quedando el término ‘Schindler’ para referirse a los mismos.
Hoy se trata el del valiente ‘Schindler británico’, con la salvedad de que éste, a diferencia de otros muchos casos, sí que obtuvo cierta relevancia, difusión y reconocimiento, aunque no fue hasta 1988, año en el que su esposa sacó la historia a la luz pública.
El protagonista es Nicholas Winton un londinense, nacido en 1909, hijo de inmigrantes alemanes de origen judío que tras finalizar sus estudios comenzó a trabajar como agente de bolsa en 1931. Pocos años después ya disfrutaba de una privilegiada vida que le permitía poder hacer fantásticos viajes al continente para esquiar en las mejores pistas de las montañas suizas.
A finales de 1938 la hegemonía de la Alemania nazi comenzaba a encender las alarmas ante el creciente antisemitismo ejercido desde el gobierno de Hitler. Muchos eran los campos de refugiados que se estaban habilitando para dar acogida a las miles de familias que huían de sus hogares perseguidas por su condición religiosa, de raza o tendencia sexual.
Fue por aquel entonces cuando Winton recibió una llamada telefónica que cambió sus planes de vacaciones y para el resto de su vida. Al otro lado del teléfono se encontraba su amigo Martin Blake, quien le pidió que dejase todo lo que estuviera haciendo en aquellos momentos y se desplazase hasta Praga (en aquel tiempo capital de la República Checoslovaca).
Blake precisaba de la ayuda de Nicholas para poder gestionar y dar salida del país a centenares de niños judíos que se encontraban refugiados en un asentamiento cercano a la ciudad y por cuyas vidas temía, ante la inminente ocupación del país por parte de los alemanes.
Nicky (tal y como era conocido por sus seres más cercanos) no se lo pensó dos veces, viajando rápidamente hasta allí e instalándose en el hotel Sroubek (situado en Wenceslas Square) y en cuya habitación habilitó una improvisada oficina desde donde comenzó a organizar la puesta a salvo de todos aquellos pequeños.
Era consciente de que disponían de muy poco tiempo para poder trasladar hacia fuera del país a cuantos más niños mejor. Contactó con las principales embajadas con el fin de poder garantizar un buen número de familias de acogida y desde el movimiento británico ‘Refugee Children’s Movement’ se le prestó ayuda e infraestructura, haciendo de puente entre el gobierno de Gran Bretaña y el propio Nicholas. El gobierno de Primer Ministro Neville Chamberlain puso una condición: solo aceptaría la llegada de refugiados menores de 17 años, lo que imposibilitaba sacar a familias enteras y tan solo podrían hacerlo con los hijos.
Las gestiones que realizaba, y el hecho de poner a buen recaudo a tantos pequeños, hizo correr la voz, llenándose el hotel de docenas de familias enteras que se presentaban allí con la esperanza de salvar las vidas de sus hijos y que pudieran salir del país con la ayuda de Nicholas y Martin.
Las molestias ocasionadas al propio hotel y otros huéspedes les obligó a tener que habilitar una segunda oficina en otro punto de la ciudad. El problema estaba en que ya no podrían hacerlo de una forma segura y clandestina.
Los trámites iban lentos pero seguros y poco a poco iban saliendo más niños desde Checoslovaquia hacia un destino seguro. En los siguientes nueve meses partieron desde Praga ocho convoyes con destino al puerto de Hoek van Holland (Paises Bajos) y desde allí en un ferry hasta Gran Bretaña, para llegar finalmente a Londres y ser repartidos por diferentes familias de acogida. Se logró evacuar a un total de 669 niños.
Lamentablemente, no corrieron la misma suerte los 250 niños que iban en el último convoy habilitado y que partió el 1 de septiembre de 1939, día en que Alemania invadió Polonia, provocando el cierre de fronteras y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El destino de estos pequeños fue los campos de concentración nazis y muy posiblemente un trágico final, como el de millones de personas en sus mismas condiciones.
Nicholas Winton y Martin Blake prefirieron guardar en secreto su acción, y así se mantuvo a lo largo de cinco décadas, hasta que la esposa de Winten descubrió casualmente un maletín que contenía documentación sobre la gesta realizada durante la IIGM, convenció a su marido para hacerla pública y a partir de 1988 los medios se hicieron eco de esta heroica historia.
La Reina Isabel II le concedió el título de Sir, así como de numerosas condecoraciones y distinciones. Muchas han sido las peticiones que se han realizado desde entonces para que se le concediera el Premio Nobel de la Paz.
El 1 de julio de 2015, a la edad de 106 años, se ha conocido la triste noticia del fallecimiento de Sir Nicholas Winton 'el Schindler británico' que ha tenido lugar en el Wexham Park Hospital en Slough (Inglaterra), donde llevaba un tiempo ingresado debido a su delicada salud y avanzada edad.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.